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A nuestro entender, el presidente Martín Vizcarra, quien asumió las riendas del país el 23 de marzo, se erige como el personaje del 2018, y el sello que lo acredita como tal es ese 65% de aprobación ciudadana con que cierra el año, una de las más altas en Latinoamérica, según Ipsos Publics Affairs.

Y las razones que apuntalan esta elección son contundentes, empezando por el pare en seco que le ha hecho al Congreso de mayoría “naranja”, que parecía inquebrantable a partir de las órdenes que impartía Keiko Fujimori a su cúpula mediante los chats “Mototaxi” y “La Botica”, y el statu quo en modo obstruccionista que siempre evidenció.

El mensaje a la Nación del 28 de julio fue clave para dejar por sentado ante la población que había un mandatario dispuesto a imponer liderazgo, pragmático y sin los titubeos de Kuczynski. Así, en su propia cara, ante sus propios ojos, le cantó a los parlamentarios un referéndum que, entre otros puntos importantes, planteaba abolir su reelección. Hoy esto ya es un hecho con el visto bueno mayoritario de los peruanos.

Pero lo que más réditos políticos le ha endosado es la lucha contra la corrupción, plasmada en el trabajo de jueces como Richard Concepción Carhuancho y de fiscales como Rafael Vela y José Domingo Pérez, del Equipo Especial Lava Jato. Su apoyo a estos magistrados y la crítica al polémico fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, tocan el gusto de las masas.

¿Y las investigaciones sobre Chinchero? Su respuesta, en la CADE 2018, también levantó aplausos: “Que investiguen lo que quieran, nosotros damos la cara y nunca nos escondemos”.

Como diría el “Tigre” Agustín Figueroa, salvo mejor parecer.