Hoy lunes ya conoceremos quiénes serán los futuros alcaldes y gobernadores regionales, y a decir de los sondeos previos, una mayoría no lograría superar el 50 % del respaldo popular. Esto marca la carrera que tendrán las futuras autoridades, que deberán gobernar para quienes no los eligieron.

De este modo, se espera que los gobernantes electos definan desde hoy lo que harán en los próximos cuatro años, que se olviden de promesas marqueteras que solo sirven para atraer a incautos y que aterricen lo que pueden hacer a favor de las mayorías, incluidos los que votaron por otros.

Para no cometer los mismos errores, las personas que no tienen experiencia en gestión pública deberán rodearse de un personal técnico que ayude a matar el mito de que el primer año de gobierno no se hace nada porque es de aprendizaje. Les ha pasado incluso a autoridades con años en el sector privado, así que avisados están.

En dos meses deberán reclutar al personal de confianza, pero también evaluar a quienes se quedan en planta, una gran mayoría. Uno de los peores errores de quienes asumen un cargo por elección popular es que copan las entidades con gente que no está capacitada para el puesto, pero han apoyado en la campaña.

Nadie discute que una nueva autoridad lleve a la gente de su entorno, pero sí es lamentable que la razia perjudique el funcionamiento del aparato estatal. Los cambios de funcionarios pueden ser favorables para oxigenar la administración y romper las cadenas de la corrupción. Sin embargo, no habrá excusa para perder el tiempo.