Nuestro Congreso es de terror. El último domingo, dos reportajes pintan de cuerpo entero el nivel de legisladores que hemos elegido los peruanos, que parece que ya no tenemos remedio. Primero vimos el caso del castillista Edgar Tello (Bloque Magisterial), a quien una trabajadora embarazada de su despacho acusa de que viene siendo hostilizada desde que se negó a la exigencia del legislador, quien le pedía que con el bono pagado recientemente por el Estado compre un proyector para la oficina.

Este señor vio plata extra en el bolsillo de una de sus empleadas, y se lanzó para ver qué provecho sacaba. Sin embargo, la trabajadora congresal se armó de valor y lo ha denunciado. Pero hay otro caso protagonizado por Magaly Ruiz, del partido de César Acuña.

La exservidora del despacho de la congresista Ruiz que denunció el recorte de sus sueldos por parte de esta legisladora, viene recibiendo amenazas que implican incluso a personas del partido de Acuña, por lo que ha pedido garantías para su vida y la de su familia.

¿Dónde estamos? ¿A esta clase de gente se le paga para que haga leyes, fiscalice y represente a los peruanos? Sin duda, los “mochasueldos” son una plaga tremenda que el Ministerio Público y la justicia juez penal deberían erradicar. Una vergüenza.