Con un discurso claro, enérgico, directo y al final emotivo, el presidente Francisco Sagasti se dirigió a todos los peruanos en el día que asumió el cargo más importante de la Nación. Puso énfasis que ante la actual fragmentación política y social se necesita promover la reconciliación y el diálogo. Por ello, sus primeras palabras se orientaron a pedir perdón a los familiares de los jóvenes fallecidos y a todos los que marcharon por la democracia.

El nuevo Jefe de Estado ha querido despertar fundadas esperanzas que vendrán tiempos mejores en los próximos meses. Todos esperemos que lo dicho ayer se concrete. La gente ha percibido buenas intenciones, y lo que más desea es que haya una gran capacidad de ejecución de esas ideas.

Hoy el presidente ni siquiera tiene la chance, que tuvieron casi todos sus antecesores, de ganar tiempo. Hoy no hay tiempo y tampoco espacio para las promesas que no se realizan. Más que ilusiones y aplausos, su actual status genera obligaciones.

Es consciente que sus principales desafíos serán enfrentar la grave crisis en el Perú debido a la pandemia, lograr consensos y traspasar sin sobresaltos el poder en julio del próximo año. Para ello, tiene que conseguir en tiempo récord un país unido, solidario, confiable y sustentable.

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