Para todos los que perdieron un ser querido en manos de las hordas asesinas de Sendero Luminoso, debe ser muy duro darse cuenta de que a partir de este 28 de julio vamos a tener sentados en el Congreso a cinco legisladores, cuatro de ellos docentes, vinculados a la banda terroristas encabezada por Abimael Guzmán, según investigaciones llevadas a cabo por la Policía Nacional y la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI).

La misma sensación debe invadir por estos días a militares y policías que dedicaron su vida a combatir la lacra del terrorismo iniciado hace 41 años. El golpe debe ser más duro aún para aquellos uniformados del ayer que sufrieron heridas irrecuperables, físicas y sicológicas, durante los años en que Sendero Luminoso se quiso imponer a punta de bala y dinamita, arrasando incluso con los peruanos más pobres.

Me refiero a los virtualmente electos Nivardo Tello Montes (Lima), Germán Tacuri Valdivia (Ayacucho), Paulo Gutiérrez Ticona (Apurímac), Elizabeth Medina Hermosilla (Huánuco) y Guillermo Bermejo Rojas (Lima), quienes han asegurado una curul en la futura bancada de Perú Libre. En 2017 los tres primeros fueron señalados por la PNP por sus vínculos con el terrorismo, mientras que la DINI hizo lo propio con los dos últimos.

En épocas anteriores nos hemos quejado y hartado de corruptos, pillos, sinvergüenzas y demás personajes que jamás debieron pisar el Congreso. Sin embargo, ahora, irónicamente, los peruanos han elegido a cinco candidatos con vínculos con el terrorismo. Es lo que dicen informes de la Policía Nacional y la DINI que no son de ahora, sino del año en que la facción más radical del sindicato de docentes hizo una huelga con Pedro Castillo a la cabeza.

En menos de un mes se cumplen 41 años de la irrupción de Sendero en el Perú, y es una lástima que pese a la sangre derramada y los traumas dejados, un grupo de peruanos haya optado por dar su voto y su confianza a gente con nexos con uno de los grupos terroristas y asesinos más salvajes de todo el planeta. Lástima también que lleguemos a nuestro bicentenario con legisladores que, sin duda, tienen los antecedentes más oscuros vistos en las últimas décadas en el Congreso.