Hace poco el excongresista César Combina se quejaba porque “hoy solo hablan de Ernesto Pimentel y Alex Brocca” en el Perú. “Por eso es que los zurdos y caviares hacen lo que quieren en este pais, dominan a los corderos a su antojo”, agregó. Es cierto que los izquierdistas son numerosos en el aparato del Estado, pero no están solos. Hay autoridades y funcionarios de todos los sectores políticos que tienen el mismo objetivo: hacer fortuna y obtener privilegios a costa de los recursos públicos.
Lo peor es que no hay contrapeso ni fiscalización de los que deben hacer esa tarea y menos hay presión de la ciudadanía. La indiferencia de la población es notable. Es evidente que si la mayoría de peruanos no muestra sino un interés marginal ante la incapacidad y corrupción de nuestros gobernantes, ocurrirá lo de siempre: los peores seguirán dirigiendo los destinos del Perú.
Recientemente, un informe de IDEA Internacional en colaboración con IPSOS Perú arrojó cifras reveladoras sobre la percepción de la democracia y la crisis política en nuestro país. Más del 55% de la población se considera poco o nada informada sobre la política nacional, y un abrumador 62% muestra poco o ningún interés en la misma. Estas cifras no reflejan solo desinterés, sino un profundo rechazo y hartazgo hacia una clase política que ha demostrado su incapacidad para traducir sus discursos en acciones coherentes y efectivas.
Mientras los tres niveles de Gobierno y el Congreso no sean visto como algo propio de la gente, seguirán siendo organismos que solo buscan joder a la ciudadanía. En los últimos tiempos, estos solo conforman un pesado y costoso lastre que los peruanos deben llevar a cuestas.