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Cada cierto tiempo, el suficiente como para haber olvidado la anterior, se ponen en la agenda política estas propuestas polémicas. Discusiones sobre la prohibición de la publicidad estatal (que asumen como gubernamental, no siéndolo) y sobre la colegiación del periodista como condición para ejercer terminan finalmente en el archivo de las estupideces porque todavía -gracias a Dios- no hemos alcanzado el nivel de Venezuela. Y si no es inmediato, el siguiente gobierno las anula. Estas iniciativas tienen otra finalidad: se formulan como globos de ensayo para ir tanteando el grado de cohesión y fortaleza de las instituciones, en este caso la prensa, que podrían ser obstáculo para proyectos políticos casi siempre totalitarios. De la misma manera, se evalúa si hay unidad al interior de la Iglesia (me refiero a la católica, por ser mayoritaria, sin desmerecer la importancia de las evangélicas y otras). Igual hay que medir la cohesión del sector empresarial y su poder económico y la de las Fuerzas Armadas. Y no por citarlas al final son menos importantes las organizaciones sindicales y gremiales, aquellas que realmente ponen a la gente en las calles. La estructura de militares oscuros colocada al servicio del fujimorismo (hoy Fuerza Popular) en la burocracia del área de Seguridad del Congreso de la República, y su rol en la propaganda en las redes sociales, también debe estar recopilando información para el chantaje. Los “mamanivideos” son los resultados más frescos de este trabajo. Hay que enfrentar a los curas, a los periodistas, a los empresarios, a los militares y a los sindicatos. Divide y tu proyecto prosperará mientras los otros están ocupados de sus líos internos. Ya lo hicieron antes y lo volverán a intentar. Estando así las cosas, más nos valdría desconfiar de quien busque dividir a los peruanos.