Yo dejaría las decisiones a los que hacen, a los que salen todos los días de su casa y no saben si volverán sanos. A los que en su profesión y vocación incluyen el peor de los riesgos, el de la vida. Allí están, delante de las trincheras, los médicos, enfermeras y todo el personal que labora en salud. Los policías y militares que deben controlar que la gente cumpla los protocolos. A los funcionarios del gobierno que se desplazan por todo el país intentando compensar en lo que pueden lo que no se ha hecho por el sistema sanitario del país a lo largo de muchas décadas. Esta es la gente que realmente conoce qué está pasando en las calles, en los hospitales, en las cárceles. No son los burócratas de escritorio, ni los que acumulan datos y planifican la vida de los demás desde los tubos de ensayo del laboratorio. Cuando hay un incendio, son los bomberos que enfrentan a las llamas, no el público que se aglomera alrededor con sus celulares encendidos para, luego, en las redes poner el video señalando los errores que cometieron y cómo podrían haberse salvado más vidas. He visto, sin embargo, este fin de semana, a personajes que se pasean por los estudios de radio, televisión, por medios escritos y redes, diciéndole al gobierno lo que tiene que hacer. Son los que hablan y los que critican. Somos los observadores, los que miramos desde el balcón, los francotiradores, los sabelotodo. ¿Y tú qué hiciste por el país cuando estuvimos en la emergencia del covid 19?, te preguntarán tus hijos o tus nietos cuando crezcan. ¿Qué les dirás, que estuviste encerrado en tu burbuja viéndolo por televisión y criticando a los que realmente están en el campo de batalla? Ya estamos en los peores momentos de esta emergencia en el Perú y también veremos los peores momentos de la conducta humana. Los mejores ya sabemos quiénes son: Los que hacen.

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