No por mucho madrugar amanece más temprano, eso podría estar calzando para Hillary Clinton, la archiconocida candidata de siempre del Partido Demócrata que tiene como fijación llegar a la Casa Blanca en las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, una fecha algo lejana mirando la dinámica de la campaña electoral. 

La señora Clinton ha llevado mucho tiempo primera en las encuestas en la trinchera demócrata opacando a cuanto rival le haya salido al frente; sin embargo, su mayor debilidad puede ser ella misma. Me explico. Su exposición pública nunca se ha detenido y, al ser ampliamente conocida, la gente no encuentra mayor expectativa en hallarle cosas nuevas, pues de ella todo lo sabe. Muchos estadounidenses la recuerdan como la esposa del expresidente Bill Clinton y, por tanto, la figura de primera dama sería mucho más fresca que la de exsecretaria de Estado del primer gobierno de Barack Obama. 

Esa no sería una buena señal para una candidata que ha venido buscando moverse con peso propio. Su vulnerabilidad doméstica habría sido capitalizada por sus opositores, quienes la critican por el uso de su correo personal para cuestiones de Estado del país más poderoso del planeta, lo que estaría trastocando su acostumbrado pico de popularidad y convirtiéndose en su talón de Aquiles. Es un enorme riesgo para un candidato (a) -tengámoslo muy presente para el escenario electoral peruano- estar tanto tiempo solo (a) en las alturas. La sobreexposición de Hillary podría desgastarla y promovería la aparición de nuevas figuras, como la del vicepresidente Joe Biden, que hoy tanto se menta.

TAGS RELACIONADOS