Los tránsfugas continúan en el candelero, la filtración de la supuesta sentencia del Tribunal Constitucional que les devolvería su derecho a formar o integrar una bancada, más otros derechos inherentes a su representación, los ha devuelto a la vida política y los ha rescatado del limbo en que los había colocado el reglamento del Congreso. Han dejado de ser parias para ser nuevamente protagónicos. Y aunque la sentencia del TC aún no se conoce, han recuperado posiciones.

La Real Academia Española considera tránsfuga a la persona que huye de una parte a otra o que se pasa de un partido a otro. En el Perú, el transfuguismo tuvo su momento cumbre cuando se conoció el famoso video Kouri-Montesinos, en que se veía al superasesor de Alberto Fujimori comprando el pase de un parlamentario elegido por la oposición a la bancada del fujimorismo. Con este método, Montesinos logró completar el número de legisladores para seguir con un Congreso incondicional, maniatado y sumiso. Lograron así la mayoría parlamentaria que el pueblo les negó en las urnas. A diferencia de esos tiempos declinantes, hoy el fujimorismo es dominante, avasallador con su mayoría de más de setenta parlamentarios y necesita desalentar a quienes quieran dejar su bancada, aunque sea para formar otra del mismo signo.

La discusión en el TC esconde la pugna interna entre Keiko Fujimori y su challenger, Kenji Fujimori. Sin diferencias sustantivas, disputan el liderazgo de la oposición que hoy encarna la hija mayor de AFF más por números que por ideas o propuestas.

Pero también se juega el fraccionamiento de la representación nacional en tantas bancadas como sea posible, conforme a las ambiciones de los privilegios y prebendas que existen en la escuelita parlamentaria que, no olvidarlo, está siendo vigilada por el país. Veremos si la pugna por una mejor ubicación significa dar la espalda o no a los electores propios.