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Luego de leer algunas revelaciones de las declaraciones de Jorge Barata y el aporte económico de Odebrecht para las campañas presidenciales de Pedro Pablo Kuczynski, Alan García, Keiko Fujimori, Ollanta Humala y Alejandro Toledo, además de su apoyo contra la revocatoria de Susana Villarán, concluyo en que la ley electoral es una basura en papel.

La abogada de Keiko Fujimori salió muy contenta del interrogatorio a Jorge Barata, exrepresentante de Odebrecht en el país, porque su patrocinada no había recibido dinero. La plata tampoco llegó sola para Alan García y Alejandro Toledo. Claro, fueron los operadores de campaña de estos personajes quienes contaron los billetes.

¿Acaso se imaginaban a Fujimori, García y Toledo haciendo las cuentas del dinero que había en los james bond? No, pues, hay que ser tonto para pensarlo. Los operadores, cual representantes de marcas políticas, se encargan de esas vicisitudes de la vida. Faltaba más, Alan no se vende como otros, lo mismo Keiko.

Alejandro Toledo hizo lo mismo y mandó a su chaleco Abraham Dan On, exjefe de seguridad de Palacio de Gobierno durante su gestión (2001-2006). Y ya sabemos que Josef Maiman ponía sus empresas para blanquear el dinero de Odebrecht cuando ganaba las millonarias licitaciones públicas.

Nadine Heredia fue la única que, como dirigente del nacionalismo, recibía la plata de Odebrecht para la campaña de su esposo Ollanta Humala. La cuestión es que, como dice Barata, nadie sabía la procedencia ilegal del billete. Caramba, sin ser un genio, ¿creen que la ex primera dama desconocía el origen?

Susana Villarán, quien debería estar presa si se le aplica el mismo criterio legal que a los Humala-Heredia, también tuvo la ayuda de Odebrecht, empresa que contrataba con la Municipalidad de Lima cuando ella era la alcaldesa. Tampoco recibió el money, pero ¿es digerible pensar que los brasileños la apoyaban solo por ser de izquierda?

Finalmente, saben que la ley no prohíbe recibir aportes de empresas para una campaña electoral. Por eso, los fiscales apuntan al presunto lavado de activos, pero tendrán que probar, primero, que la fuente de ese dinero era ilegal; segundo, si los operadores registraron el billete en el partido: y tercero, si los candidatos conocían de dónde venía la plata. Salvo para los Humala-Heredia y Toledo, el resto tiene cómo desacreditar el delito en este país de vivos y tontos.