El ministro del Interior nos recuerda siempre, como una amenaza, que cualquiera que se atreva a criticarlo “tendrá su vuelto” y, efectivamente, todo su periodo ministerial se ha llenado de “vueltos” a diestra y siniestra contra expresidentes, exministros, congresistas, dirigentes políticos, periodistas, etc. Y cada “vuelto” no tiene nunca argumentos, tan solo insultos cada vez más ofensivos que, incluso, tienen que ver no con posiciones políticas sino con la apariencia física y la discriminación.

Nos parece por ello demasiado generoso llamarlo “ministro polémico”. Se nota que nunca lo fue y nunca lo será. Este señor es la personificación del insulto más soez y ofensivo posible, aderezado, con poses de pequeño dictador, mente autoritaria y arbitraria. El ministro y quienes lo acompañan en su cruzada tuitera, así como los que los amparan, animan y apañan desde las alturas gubernamentales, añaden a la ya contaminada e infecta forma de hacer política, ingredientes de albañal y cloaca que nos dan muestra de lo lamentable que puede ser que personas con estas características lleguen al ejercicio del gobierno y del poder.

Sin embargo, el “vuelto” más importante es aquel para el cual fue nombrado y que debiera ser lo más importante en su trabajo: combatir la inseguridad pública. La realidad nos dice que aquí los “vueltos” no significan nada, no hacen ni cosquillas a la delincuencia, que cada día se propaga, se hace más violenta y homicida y se hace dueña de toda Lima y del país. El temor justificado a la criminalidad es el índice mayor de la preocupación de las gentes, y, obviamente, los “operativos” y la lengua fácil del ministro no tienen efectividad alguna. Una cosa es ponerse al frente de una computadora y arrojar cuanto insulto se le venga a la cabeza, y otra muy distinta es ponerse al frente de una estrategia (que no existe) de seguridad pública, establecer políticas concretas (que tampoco existen), organizar y ejecutar planes de acción (asimismo inexistentes) para combatir las consecuencias de la inseguridad.

Aquí es donde se requieren urgentemente los “vueltos”, y eso no se hace en el Twitter.