Luis Favre
Luis Favre

Este señor, que según el camarada Carlos Tapia es un personaje nefasto y un vulgar lobbista de empresas internacionales, ha sido contratado para rescatar a la alcaldesa de Lima de las embravecidas aguas de la revocatoria. Leyendo su biografía, no encuentro nada que me impresione, salvo el hecho de que no acabó su secundaria, se casó con una dama para obtener la nacionalidad francesa y luego tuvo una serie de matrimonios que acabaron convenientemente para él. Políticamente, evolucionó del extremismo trotskista hacia el becerro de oro del realismo político, y por esta razón se estacionó en el área internacional del Partido de los Trabajadores de Lula, donde hizo todo su aprendizaje como estratega y publicista. Su primera experiencia fuera de Brasil fue con Humala, y a juzgar por los resultados, no lo hizo mal. Hasta aquí todo bien; lo que no entiendo, es por qué cobra tan caro por sus servicios. Pero así somos por aquí: cualquier "chulo" nos deslumbra y terminamos entregándole el fustán.

Si mis informaciones son correctas, extrajo de las arcas nacionalistas no menos de dos millones de dólares. La pregunta entonces es: ¿cuánto se llevará ahora? La pobre Anel Townsend no supo qué responder al respecto y solo atinó a balbucear el nombre de Salomón Lerner. Pero la respuesta es sencilla aunque incómoda: ¿qué son cuatrocientos o quinientos mil dólares para las empresas constructoras brasileñas? Casi nada, y más si tomamos en cuenta que tienen contratos con la Municipalidad de Lima por más de mil millones de dólares. Esta misma cantidad es una bicoca para las ONG marxistas que reciben decenas de millones de euros de la caridad internacional. Y por último, ahí está su buena amiga Nadine, algunos despistados de la Confiep y no pocos empresarios que trabajan con el gobierno. Así que plata para movilizaciones, propaganda, publicistas, áulicos, tontos útiles y periodistas de alquiler van a sobrar. ¿Y la transparencia? Esto no cuenta cuando se trata de caviares. Ahora bien: ¿está la Villarán en buenas manos? Dicen los que conocen a Favre que en reuniones privadas se vende más o menos así: "Yo puedo convertir una espina en una flor, un páramo en un jardín, un pigmeo en un gigante". O sea que, en sus manos de alfarero milagroso, el pueblo es una especie de materia barrosa que él puede transformar a capricho. Ya veremos; pero un sujeto que habla así, no puede ser otra cosa más que un fanfarrón.