La desinformación es la madre de todos los males que genera la acción del hombre, pero la sobreinformación es el padre. Juntos engendran un niño enfermo, al que no saben qué nombre ponerle. Por eso, el progenitor lo bautiza con varias identidades sin lograr decidirse, causando problemas múltiples para analizarlo y tratar de curarlo.

Lo peor de todo es que su ocurrencia está en aumento, no necesariamente por el tío: el famoso cambio climático, sino porque la madre sigue creciendo y es fuente de cultivo para que el padre vuelva a actuar.

La desinformación es dañina porque nos lleva al desconocimiento. Esto se soluciona con data nacional y algo que les falta a muchos: trabajo de campo, sudarla y comer tierra. Conocer el Perú, en otras palabras. Falta amar a su patria porque cuando la ames recién vas a poder amar al planeta.

Esto permite la aparición del padre, la sobreinformación, que ahora con los medios modernos que contamos preferimos estar sentados esperando datos interpolados para adaptar modelos internacionales, los cuales sin ningún reparo los colocan en sus exposiciones, dándoles el crédito por si fallan.

Pero si aciertan, tienen un tiempo de fama lamentable o causan los ya famosos psicosociales, lo que hace que los buenos científicos desvíen su tiempo en desmentirlos, causando demora en tratar de curar al niño.

La solución está en la educación y confianza que el país debe tener en sus autoridades para así trabajar con conocimiento y preguntar a los indicados si tienen dudas para luego transmitir de forma correcta a sus allegados y transformar este niño en un hombre de bien, en que el agua y las lluvias que trae sean fuente de desarrollo para nuestro país.