Nicolás Maduro, el dictador de Venezuela, mirando al Grupo de Lima que fuera creado precisamente en nuestra capital por un importante número de países de América Latina bajo los auspicios del Perú para buscar una salida democrática a la grave situación de gobernabilidad que atraviesa el país llanero, acaba de mostrarse reactivamente y por la herida abierta contra algunos de sus Estados miembros: Brasil, Colombia y Perú. Lo voy a explicar. Apenas el gobierno boliviano interino de la Dra. Jeanine Añez decidió la incorporación de su país al G-Lima, el dictador venezolano no demoró en arremeter con todo contra el bloque político regional -constituido en una verdadera piedra en el zapato contra su régimen- y al que jamás pensó que Bolivia -por más de 13 años en manos de Evo Morales- pudiera sumarse contra su régimen. En la febril declaración de Maduro durante la conferencia de prensa que ofreció el día de ayer en Caracas, no titubeó en imputar a los gobiernos de Brasilia, Bogotá y Lima, una conspiración triangular para producir su derrocamiento. En esa línea sigue con su discurso trillado de sembrar en la opinión pública la idea de una inminente invasión orquestada por el gobierno de los Estados Unidos. Maduro cree que todos somos de su misma condición. El reciente suceso en la frontera de su país en que murió un militar llanero lo ha llevado a responsabilizar a los gobiernos de los referidos tres países cuyas cancillerías han salido a desmentirlo en el acto. Está claro que el ingreso de Bolivia al G-Lima lo ha impactado. Acostumbrado a tener a Bolivia del lado de la dictadura en el largo tiempo en que Evo Morales gobernó la nación altiplánica, resulta que ahora sus diplomáticos tendrán que lidiar con los de La Paz. Maduro ha echado a andar la política de la teatralización cuando faltan pocos días para que lleguen las fechas más sensibles en la vida política venezolana que son los primeros días del mes de enero de 2019 en que la Asamblea Nacional cobra un rol relevante en la vida política del país con su instalación oficial. Por esa razón, entre sus habituales incoherencias y desatinos, insulta a Estados sudamericanos llamándolos miembros del Cartel de Lima. Su estrategia ya es harto conocida.