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Creado en Brasil en 1990, el Foro de Sao Paulo ha celebrado su 25° encuentro en Caracas, en julio de este año. Concurren en relevar los ideales socialistas y tienen en el prusiano Karl Marx (1818-1883) al mayor ícono de su filosofía e ideología políticas. Está claro que el foro ha recibido el máximo impulso de Nicolás Maduro, que a su vez cuenta con la acción “iluminada” de Cuba -solo jamás podría hacer tanta elaboración conceptual y logística con resultados efectivos muy bien concatenados como los que hoy penosamente vemos de modo incontrastable en una región deliberadamente alborotada conforme sus planeamientos más siniestros acordados en Caracas-, porque no le conviene que el régimen dictatorial que lidera en Venezuela termine como una isla en la región -Nicaragua, la otra dictadura, no constituye ningún soporte político para el gobierno de facto, pues no tiene fuerza geopolítica alguna ni tampoco liderazgo en política internacional regional como otrora sí, en los tiempos del efervescente Frente Sandinista de Liberación Nacional, incluso hasta reconocido por el Pacto Andino (1979)-. Cuando fue creado el foro, las izquierdas en América Latina sucumbían por arrastre producido el fin de la Guerra Fría o mundo bipolar (EE.UU. vs. URSS), con la caída del Muro de Berlín en 1989 y dos años después el desplome total de la Unión Soviética. Maduro cree que potenciando el foro, este hará su trabajo en los países de la región para que retornen o afirmen los denominados gobiernos progresistas (Lula en Brasil, Alberto Fernández en Argentina, Andrés Manuel López Obrador en México); reza porque Daniel Martínez gane en Uruguay -ya no parece-, y han jurado tirarse abajo a Sebastián Piñera en Chile. A Lenin Moreno en Ecuador le han dado una tregua, pero buscarán defenestrarlo de la mano de Rafael Correa desde Bruselas y al joven presidente Iván Duque -que tiene el pétreo apoyo de Washington- le quieren mover el piso apoyados por las disidencias de las ex FARC y el ELN. A Maduro y al foro les dio miedo la llegada al poder de Macri, Bolsonaro y Piñera y está convencido de que, contando la región con gobiernos afines, no será derrocado y le quitará el respaldo político que busca la Casa Blanca para una eventual invasión sobre Venezuela