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Tras una larga y prolongada espera que inquietó a sus seguidores, impacientó a los que no lo son pero en el fondo la extrañan y dio “carnecita” a sus críticos más acérrimos para augurar su final, Magaly Medina regresa mañana a la programación de Latina con un segmento en el noticiero matutino del canal cuyos detalles prefiere dejar al misterio su director periodístico, Augusto Álvarez Rodrich. “La versión oficial es que Magaly Medina estará en la calle y el lunes explicará por qué”, dijo escuetamente el periodista hace algunos días. Cuando muchos pensaban que la periodista no aparecería ya este año en las pantallas de una manera sostenida luego de la cancelación de Caja negra, programa de corte periodístico que no salió al aire, la Medina retorna con una secuencia en la que insistirá en alejarse de la información del espectáculo, con la que ella misma ha señalado “ya no se siente cómoda”. Y es que, conocedora del oficio televisivo y de las nuevas tendencias por las que se

manejan los contenidos en estas épocas del WhatsApp y los hashtag, Magaly Medina sabe que regresar a lo mismo de antes sería un suicidio cuando en su propio canal hay dos programas especializados en farándula cuyos productores y alumnos han resultado tan aplicados como la maestra. Volver a lo mismo, invitar a los mismos, comentar de lo mismo, no sería la decisión más acertada para un retorno auspicioso, el regreso que esperan tras casi un año de ausencia y por el que su propio canal apuesta. Por eso, ella necesita darle la vuelta al asunto, y aunque muchos piensen que está encasillada, que su futuro en la televisión es negro y poco auspicioso, que solo sirve para el raje y el bochinche, no hay que ser mezquinos. Veinte años en la televisión, con lo malo y lo bueno, sobre todo de aprendizaje, le dan autoridad para reinventarse; claro, si lo quiere, y allí está el reto, que no es fácil. Ya el año pasado Magaly Medina hizo un intento con En carne propia, con temas relacionados al maltrato contra la mujer; hoy se enfrentará a temas cotidianos en la calle, será la vocera de los ciudadanos, irá en su búsqueda sin el glamur de conductora de un programa propio, con jeans, zapatillas y sobre todo con las ganas de hacer algo nuevo. Magaly está de vuelta, sale a la calle, regresa a sus raíces. Que se despercuda de los aires de diva, de esas que deben pagar todos los días derecho de piso, de las que todos están pendientes, a las que no les perdonan nada. ¡Qué aburrido! ¿O no, Magaly?