La mala leche no provino del destape de una empresa que vendía “gato por liebre” -o soya por leche, mejor dicho-, sino del evidente ensañamiento contra Alberto Fujimori, al abrírsele otro juicio sacado de la manga, en mérito a la ampliación de la extradición dictaminada por la justicia chilena. Esto coincide con la confesión oficial del “extravío” del Informe Kroll, cereza de un pastel nauseabundo relleno de suficientes indicios de que el “juicio” al expresidente tuvo todo de venganza y poco de “justicia”. Precisamente cuando van apareciendo indicios sólidos de corrupción contra presidentes y jueces que impulsaron su sentencia política y cuando la libertad del más famoso preso político del Perú es reclamada por la mayoría de la población e, incluso, por varios de sus detractores. 

La desesperación de sus perseguidores les hace ahora actuar “a la mala”, ya sin sutilezas, apelando a todo cuanto pueda seguir destruyendo al enemigo. Sí, pura mala leche.Es bueno recordar que, aunque Chile aplicó exitosamente un modelo económico pro liberal luego del desastre de Allende, en lo político sigue siendo hegemonizado por el socialismo. De los últimos veintisiete años, la izquierda ha gobernado veintitrés. Así, ha tenido tiempo de sobra para posicionarse sólidamente del aparato gubernamental, incluyendo el sistema educativo y el Poder Judicial. Y nadie como las izquierdas para manejarse en redes internacionales y jugar en pared.No deja de llamar la atención que para cualquier asunto que opinan los chilenos relacionado al Perú, se produzca alguna reacción de los peruanos. 

Pero basta que se pronuncien contra Fujimori para que esos “indignados por el pisco o el cebiche” tomen su palabra como “santa voz”. ¿Se imaginan a los chilenos pidiendo que los peruanos o los bolivianos les procesen o encarcelen a un expresidente suyo?