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El norte del país tiene una gran riqueza, pero también maneja unas cifras de terror. Después de Lima, Tumbes es la provincia con mayor criminalidad, Piura tiene a los hombres más abusivos, Trujillo es considerada como la meca de las extorsiones, Chiclayo y Chimbote lideran en temas de corrupción y Cajamarca sucumbe ante la pobreza extrema.

Trujillo no logra zafarse de las extorsiones y ahora los maleantes no solo atacan a los transportistas, sino que atemorizan a los pasajeros lanzándoles bombas caseras. A eso hemos llegado, a sentir la agresión en carne propia para poder levantar la voz frente a las autoridades.

En Tumbes, los asesinatos van de dos en dos y la frontera es la mejor puerta de escape para los delincuentes de ambos países. Porque no solo tenemos intercambio comercial fluido con Ecuador, también hay un trueque de actos criminales sin que la Policía pueda resolver la mayoría de casos de sangre.

En Piura, los ataques a las mujeres son el pan de cada día, por eso es que aparece en las estadísticas como la región con más abusos al sexo femenino luego de la capital. No hay nada de qué sentirse orgulloso, pero tampoco es que haya una cuestión de Estado para frenar estas marcas del alma.

En Chiclayo y Chimbote hay temas que involucran a sus autoridades. Los primeros con un alcalde preso (Roberto Torres) y el otro (David Cornejo) con las cuentas congeladas por el mal accionar de sus funcionarios. A los segundos, su gobernador regional Waldo Ríos está cerca de la suspensión del cargo y la alcaldesa Victoria Espinoza no puede asumir funciones.

Cajamarca, tan rica en minerales, pero con sectores en extrema pobreza a la espera de que alguien los tome en cuenta. ¿Podrá Gregorio Santos?

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