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Es de esperarse que la justicia actúe con total contundencia contra el conductor Jesús Ruiz Rojas, quien en la madrugada del sábado último y en estado de ebriedad, según el respectivo dosaje etílico, embistió con su vehículo al sereno de San Isidro Marco Farfán Bolívar, en el cruce de la avenida Aramburú y la calle Los Cisnes, y le provocó un severo daño cerebral.

Personas como este conductor no solo no deben volver a manejar un vehículo el resto de su vida, sino que no tienen por qué estar en libertad, pues ha quedado demostrado que es un peligro para la sociedad, para los ciudadanos de a pie como usted o como yo, que al salir de nuestras casas quedamos expuestos a elementos nocivos como Ruiz Rojas.

Vivimos una preocupante inseguridad en las pistas de todo el país, y una de las formas de ir reduciendo los riesgos es sacando de las calles a quienes aún tienen la mala costumbre de conducir bajo los efectos del alcohol. El año pasado vimos el caso de Guillermo Riera, quien mató en la Costa Verde a tres jóvenes que iban en una moto. Sin embargo, parece que muchos no aprenden las duras lecciones que dejan situaciones como estas.

El Ministerio Público y el Poder Judicial cuentan con todos los elementos agravantes ante sus ojos para enviar por un buen tiempo a la cárcel al conductor que ha arruinado la vida del sereno Farfán Bolívar, así como a todos aquellos que ocasionan graves accidentes bajo los efectos del licor. No debería haber pretexto ni leguleyada que pueda salvar de la prisión a estos elementos.