Hizo bien el canciller Néstor Popolizio en asistir a la recepción por el 19° aniversario de la entronización de Su Majestad el rey Mohamet VI de Marruecos en la Embajada de ese país en Lima. Los cancilleres son actores esencialmente políticos de los Estados, por lo que sus gestos y actitudes son determinantes para las vinculaciones entre las naciones del mundo. Marruecos, país árabe ubicado en el Magreb, en el norte de África, no es cualquier Estado africano de los 54 que integran este continente, sino que es uno de los más emergentes. Me gustó y mucho que el embajador marroquí, Youssef Balla, en el marco de sus palabras en esa ocasión, además de referirse al importante estado de la relación bilateral, relievara las coyunturales presidencias peruanas en la Comunidad Andina y en la Alianza del Pacífico. Un país como Marruecos, que después de Sudáfrica es el país africano más sostenible y sustentable en términos de crecimiento y de desarrollo, no podía obviarlo; ya que es el único de África que ostenta la calidad de Estado Observador de la Alianza del Pacífico, que comprende a México, Colombia, Chile y Perú. Está claro que Marruecos, entonces, con la bien ganada fama de ser un país de emprendedores, sigue proyectándose con enorme presencia en el mundo sin descuidar ningún frente de su mejor relacionamiento externo. Cabe mencionar que, recientemente y sin pérdida de tiempo, ha presentado una vez más su candidatura para organizar el Mundial de fútbol 2030. Además, es un ejemplo de cómo no debe soslayarse a regiones como América Latina, también emergente a estas alturas de su historia. Deberíamos potenciar más nuestro intercambio comercial con Rabat. Ellos lo quieren y a nosotros debería interesarnos más, porque este país de 35.3 millones de habitantes cuenta con las cualidades geopolíticas más idóneas para constituirse en el nexo natural de nuestra penetración en África. Contando con una legislación sobre familia realmente progresista entre los países islámicos, Marruecos es de lejos uno de los Estados más tolerantes del mundo, como acaba de recordarlo el presidente estadounidense Donald Trump al reconocer “sus esfuerzos para combatir el extremismo islámico”.