El rey de Marruecos, Mohammed VI, cumple hoy 22 años en el trono. Su entronización en 1999, marcó el inicio de una nueva etapa para este país árabe del norte africano con 37,15 millones de habitantes. Tenía solo 35 años de edad cuando sucedió a su padre, Hassan II. Se trata de un rey culto y polígloto -habla árabe, inglés, francés y español-, que es doctor en derecho internacional, una fortaleza que le ha permitido conducir con solvencia y eficacia el problema del Sahara Occidental, territorio sureño de la soberanía nacional marroquí. En efecto, Mohammed VI, ha sabido plantear con equilibrio una autonomía para los saharauis que la habitan, y donde el Polisario -siempre con el incondicional apoyo de Argelia-, ha venido articulando un deliberado e irracional proceso separatista negado por la mayoritaria comunidad internacional. Ya en su momento, la Corte Internacional de Justicia dijo que el Sahara Occidental no era terra nullius, por lo que pertenece a Marruecos; además, diversas resoluciones de la ONU, así lo han confirmado. Desde que Mohamed VI se convirtió en rey, no ha dejado el tema en manos de sus funcionarios, como cruzando los brazos a la espera de resultados. No. Como todo gobernante en el rango de estadista, el rey lo ha asumido como un asunto propio y de la mayor relevancia, al mirarlo como diferendo regional pendiente de una solución política negociada con conservación intacta de la soberanía marroquí del referido territorio austral del país. En realidad, el rey ni nadie con sensatez jurídica, dentro y fuera de Marruecos, ve el tema como uno de descolonización porque ello supondría aceptar un asunto de colonización y no existe ninguna resolución del CS que califique a Marruecos, como potencia ocupante por su presencia en el Sahara. Al contrario, el tema no ha sido abordado desde el capítulo 7 de la Carta (Uso de la fuerza) sino por el 6, referido a la solución de controversias por vías pacíficas; además, en esa mirada de rey internacionalista, Mohamed VI, se ha preocupado por maximizar una mejor relación con Israel, logrando una histórica normalización bilateral. Finalmente, en un mundo injusto y prejuicioso, como monarca de un país árabe que recibió a Francisco, el primer papa americano, ha sabido transmitir internacionalmente la importancia de contar en Marruecos un Islam moderado.