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Parece mucho pedir a los políticos, incluso al Presidente, que se allanen a las investigaciones de la Fiscalía. El caso más reciente es el de los allanamientos a los locales de Fuerza Popular. Los fujimoristas intentaron desacreditar el trabajo del fiscal José Domingo Pérez. Luz Salgado se quejó del operativo calificándolo de “represalia”, por la denuncia que Fuerza Popular mantiene contra el Fiscal de la Nación, pese a que los representantes de las constructoras asociadas a Odebrecht purgan prisión. Llamó la atención que el congresista Salaverry, quien ya debía haber archivado la acusación contra Pablo Sánchez, apareciera exaltado en la puerta del local de Morochucos. “Lo que el pueblo peruano quiere es que sepa la verdad del presidente Kuczynski”, vociferaba, afirmando apenas una parte de la verdad. Porque lo que se busca es la verdad de todos los políticos, incluida Keiko. La Fiscalía no se va a arriesgar con estos operativos, sino está tras los hilos que encuentren la madeja. Pérez viene de Brasil; algo sabrá. ¿Por qué la irritación, si dicen que el suelo está parejo? Sorprenden tantos alaridos en una diligencia fiscal. Pero no es lo único; ciertamente la situación del presidente Kuczynski es por demás preocupante. Porque no solo está en juego él, sino que con él, y con su silencio, el clima político se vuelve cada vez más insoportable. El Presidente debe ser claro con el país y deslindar, o aceptar, las imputaciones que lo vinculan a Odebrecht de una vez por todas. Keiko y los políticos deben dejar a los fiscales hacer su trabajo. Mientras más se irriten, más sospechosos serán.