El país ha entrado en medio de una gran turbulencia debido a la improvisación de un grupo de irresponsables y aventureros que se lanzaron a pedir el voto de ciudadanos que por razones que en su momento tendrán que analizar historiadores y antropólogos, confiaron en Pedro Castillo, un profesor huelguista, próximo a bandas terroristas y con escasas credenciales para ser presidente, y un partido como Perú Libre, a cargo de un sentenciado por corrupción como Vladimir Cerrón.
La rabieta de Cerrón expresada en un tuit lanzado ayer en la mañana, en que afirma que la bancada de su partido no dará el voto de confianza al “gabinete caviar” encabezado por Mirtha Vásquez, es apenas una muestra de la precariedad de la administración del presidente Castillo, quien a menos de 100 días de asumir el cargo, ya tiene entre sus rivales políticos a los legisladores del partido del lápiz, salvo aquellos que hasta ahora están de su lado, como sucede con un grupo de profesores.
Se abre así un nuevo frente de conflicto e inestabilidad con el que tendrá que lidiar el mandatario, quien aún tiene pendiente resolver el serio problema que implica para su gobierno y la seguridad nacional la presencia en el gabinete de Luis Barranzuela como ministro del Interior, nada menos que el exabogado de Cerrón y un acérrimo defensor de los cultivos de hoja de coca que en casi un 90 por ciento van a parar a la producción de la cocaína que financia los residuos del terrorismo en el VRAEM.
De esta situación de espanto nadie podrá culpar a la oposición –que sigue dividida y sin dar batalla–, a los “grupos de poder”, a la prensa o al “imperialismo yanqui”. Y es que todo esto es producto de las pugnas internas que se dan en un gobierno a cargo de gente que jamás debió ni siquiera ganar la elección para hacerse de una municipalidad distrital, un sindicato ideologizado e irracional, o un frente regional pleitista y experto en bloquear carreteras.
Estaba claro que el país jamás iba a tomar un rumbo positivo si era manejado por un personaje como Castillo, el candidato de un partido marxista leninista a cargo de un sentenciado por corrupción como Cerrón, quien sigue con su sueño jurásico de convertir al Perú en Cuba o Venezuela. Lamentablemente la responsabilidad de quienes votaron por esta gente, la estamos pagando todos los peruanos que vemos a una administración dedicada a apagar los incendios internos, antes que a trabajar por el país.