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La congresista no agrupada Paloma Noceda merece todo el respaldo de los legisladores y del país entero tras la denuncia que hizo contra su colega fujimorista Luis López Vilela, señalado por un presunto acto de acoso ocurrido tiempo atrás, pues conductas como esa son inaceptables en cualquier ciudadano, y más aún en quien ha sido elegido con el voto de los peruanos y cobra por ejercer el privilegio de ser su representante.

Tras lo ocurrido con el suspendido Moisés Mamani, ya tenemos dos casos de legisladores fujimoristas señalados por delitos penales contra mujeres. La primera situación fue contra una aeromoza y la segunda contra una legisladora. Sin embargo, lamentablemente, los “naranjas” no son los únicos protagonistas de estos escándalos, que encima no pueden ser tratados con la celeridad del caso gracias a la “impunidad parlamentaria”.

Ahí está el apepista Edwin Donayre con sus robos de gasolina en el Ejército o los otros con sentencias por actuar como pájaros fruteros cuando eran alcaldes. Los hay de casi todas las agrupaciones políticas. No olvidemos a la izquierdista María Foronda, quien dio trabajo en el Congreso, con plata de todos nosotros, a una terrorista que a usted, estimado lector, y a mí nos quiso volar en mil pedazos a punta de dinamita.

Acá habría que reflexionar sobre dos aspectos. El primero es que se hace urgente acabar de una vez con la inmunidad parlamentaria. Este mecanismo constitucional no puede servir de blindaje para ladronzuelos, mañosos, toquetones, falsificadores de firmas, empleadores de terroristas, ladrones de gasolina y demás elementos que tendrían que ser llevados de frente a un calabozo, especialmente cuando han cometido estos actos antes de ser legisladores.

El segundo tema es que habría que crear un mecanismo para que las agrupaciones políticas que lleven al Congreso a estos personajes pierdan su escaño si un integrante comete un acto como los mencionados. Quizá así los partidos se preocupen en poner en sus listas de candidatos a gente decente, y no a personajes que son una vergüenza y que son indignos de ocupar cargos de representantes de los peruanos.