Hace pocas semanas el alcalde de Comas, Miguel Saldaña, señaló que solo esperaba que el Ministerio Público disponga el retiro de los cuerpos sepultados en el infame mausoleo senderista levantado en un cementerio de su jurisdicción para proceder a demoler la estructura, cuya existencia fue denunciada por este diario a fines de setiembre del año pasado. Sin embargo, pasan los días, las semanas y los meses y nadie se pone de acuerdo sobre cómo proceder.

Ayer el Ministerio Público envió un comunicado indicando que desde que entregó los seis cuerpos para su entierro ya nada tiene que hacer con ellos, y que por lo tanto compete a la Municipalidad de Comas, en un acto administrativo, trasladar los restos y demoler la construcción de ladrillo y cemento levantada el año pasado para rendir homenaje a integrantes y simpatizantes de la banda terrorista Sendero Luminoso.

El comunicado de la Fiscalía también indica que la Sala Penal Nacional del Poder Judicial no está en condiciones de disponer a quién corresponde trasladar los restos sepultados en medio de bombardas y rituales senderistas, por lo que nos encontramos entrampados frente a la demolición, acción que incluso fue exigida por el presidente Pedro Pablo Kuczynski apenas se enteró de la existencia de esa construcción, que nunca vio la Municipalidad de Comas.

Hace unos días alertamos en Correo que una agrupación de fachada de Sendero Luminoso ha presentado una demanda contra el Estado peruano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) porque se prohíbe a sus miembros participar en política y se basa, entre otros absurdos argumentos, en el hecho de que se busca demoler el lugar donde están sepultados los integrantes de su banda armada. Ojalá que este recurso no esté atemorizando a nuestras autoridades.

Lo cierto es que mientras el Ministerio Público -que hace referencia al Poder Judicial- y la Municipalidad de Comas no se ponen de acuerdo sobre cómo proceder con la demolición, el mausoleo terrorista sigue ahí en pie, vivito y coleando, al tiempo que el Movadef, el Fudepp y toda la fachada senderista nos saca la lengua, demostrándonos una vez más que el Estado y sus instituciones carecen de una estrategia para hacerles frente.

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