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Las fronteras del Perú con sus vecinos países tienen mucho movimiento todos los días. Los controles que hay en importantes localidades como Tacna, Puno y Madre de Dios en el sur, Tumbes en el norte y otros en la selva cumplen una importante labor.

Sin embargo, y como Correo advirtió en un anterior editorial, es importante redoblar las labores en estos puestos para vigilar el ingreso de extranjeros, detectando a aquellos que puedan ser un peligro para la seguridad.

Ya hace dos años una ola de migrantes colombianos llegó con un simple documento de identidad y se instaló en diferentes ciudades del país; la mayoría se estableció respetando nuestras leyes y muy pocos las desconocieron.

Ahora, con la crisis política-económica que vive Venezuela, en los últimos meses una masiva corriente de ciudadanos de este hermano país ingresó (375 mil) por el puesto de Migraciones de Tumbes, gran parte en busca de una oportunidad de trabajo para solventar su economía y la de sus familias, como también algunos para delinquir al tener antecedentes policiales-judiciales.

Para ejercer ese control ante la llegada de venezolanos, como ya ocurre en Colombia, Ecuador y Brasil desde hace meses, el Perú ha dispuesto que a partir del 25 de agosto los interesados en ingresar a territorio peruano tendrán que presentar de manera obligatoria su pasaporte, lo que ayudará a detectar a quienes enfrenten problemas con la justicia en su país de origen.

Una medida necesaria que busca garantizar la plena identificación de los extranjeros que llegan y así tener cierto filtro, lo que existe en cualquier otra parte del mundo.

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