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El bullying es un concepto que se refiere a actos de acoso y agresión entre alumnos en contextos estrictamente escolares, que en los últimos tiempos se extienden a redes propias en el ciberespacio, afectando el desenvolvimiento personal social y el rendimiento académico de los estudiantes. Este fenómeno psicológico y educativo se da, desde mucho tiempo atrás, como parte de la dinámica de la convivencia escolar. Precisamente Olweus (1993) la define como: “Conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un alumno o alumna contra otro, al que elige víctima de repetidos ataques. Esta acción negativa e intencionada sitúa a la víctima en posiciones de las que difícilmente puede salir por sus propios medios”.

Por eso, en el desarrollo del currículo y la tutoría en los colegios se debe poner mucha atención para prevenir e intervenir -desde dentro de la dinámica social de los estudiantes- las diferentes formas de acoso y agresión que, generalmente, se dan en un marco de debilidad socioemocional cuyo epicentro se encuentra en una baja autoestima tanto de víctimas como de victimarios. En ese sentido, los directores, tutores, docentes, padres de familia y, si hubiere, psicólogos, deben estar atentos para identificar conductas, causas, consecuencias y actuar oportunamente.

En varios espacios sociales y comunicacionales se viene utilizando el término “bullying” para definir los actos de acoso o de violencia entre adultos, así como entre adultos y menores. Es más, muchas veces, en programas de espectáculos, realities y ámbitos de la farándula se denomina de manera ligera como actos de bullying a entredichos, confrontaciones, desencuentros, envidias y antagonismos. Esto no está bien. El bullying es un problema serio de connotación específica cuya prevención e intervención nos compromete a todos.