El último martes se debía celebrar el 478 aniversario de la ciudad de Huánuco. Todo estaba listo para una ceremonia en la Plaza Mayor en la que un desfile cívico-militar y comparsas folclóricas eran los atractivos más importantes. Sin embargo, los maestros en huelga irrumpieron con piedras y botellas y se enfrentaron a los policías en los ocho ingresos al lugar donde se iba a realizar la actividad. Resultado: los festejos fueron suspendidos. La turba opacó un día histórico para los huanuqueños.

En otras ciudades del centro del país también han ocurrido situaciones parecidas. En Huancayo, por ejemplo, debido a las protestas de los docentes se tuvieron que suspender el desfile por Fiestas Patrias y las celebraciones por el aniversario de la región. Y ni qué decir de las medidas extremas como la toma del aeropuerto de Jauja, bloqueos de vías y centros comerciales.

En Ayacucho, los huelguistas no solo tomaron carreteras como la Vía Los Libertadores, sino también la Plaza Mayor y la Catedral de Huamanga. En tanto, en Huancavelica, los maestros se enfrentaron hace dos días con pobladores. Los huelguistas tomaron piedras de los corrales de los vecinos para bloquear la carretera entre Huancayo y Huancavelica. Hubo discusiones por esta vulneración a la propiedad privada.

Hay un activismo arriesgado de los profesores y en algunos casos se erosiona la estabilidad y la seguridad ciudadana. “El desgaste del poder genera una serie de peligros”, decía Moisés Naím. Y luego hacía referencia a que esta situación ha creado oportunidades a luchadores en busca de causas justas, pero también a radicales con propuestas extremistas.

Mucho cuidado con los infiltrados que solo quieren caos.