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Hace casi un año, actores de la telenovela El regreso de Lucas, producida por Telefé y América Televisión, denunciaron que, sin explicación alguna, la historia había sido recortada para ser emitida solo media hora y además cambiada de horario dejando mortificados a sus seguidores. La teleserie protagonizada por Ana María Orozco y Salvador del Solar tenía un público cautivo, pues siempre estuvo entre los diez programas más vistos, su factura era de primer nivel, pero “los cerebros” de programación del canal de Pachacámac le dieron el tiro de gracia. Había que terminarla a como diera lugar. Y así fue. Al cabo de un año, otra producción nacional, que para colmo estuvo encarpetada dos años y medio, corre peor suerte. De millonario a mendigo, realizada por Imizu Producciones para Latina, además de ser lanzada sin promoción, menos la acostumbrada conferencia de prensa, fue prácticamente arrojada al despeñadero a propósito: de un día para otro fue sacada del aire a dos semanas de su estreno. La telenovela que protagonizan Miguel Arce y Cindy Díaz, a pesar de todo lo que jugaba en su contra, el último día de su emisión se colocó en el puesto 16 de los programas más vistos, con 6.4 puntos de rating; igual que la turca Amor eterno, que marcaba la misma cifra. De nada valieron los reclamos en las redes, la indignación de los televidentes. ¡Zas!, fuera del aire. Una historia simpática, fresca y juvenil terminó finalmente expectorada, al mismo tiempo que en el canal de la competencia estrenaban dos telenovelas del mismo corte, que sí contaron con toda la maquinaria de promoción que se necesita para lanzar una propuesta televisiva. Nadie discute que un canal o cadena de TV en cualquier lugar del mundo pueda hacer lo que crea conveniente con un producto que le pertenece, eso lo tenemos claro, pero en un país en el que la producción nacional de contenidos de ficción es escasa, decisiones como la tomada por Latina no solo representan una falta de respeto para quienes deciden seguir una historia y apuestan por sintonizar un canal, también lo es para los actores peruanos que participaron en la telenovela, los guionistas que se quemaron las pestañas para escribir la historia, los productores, directores, técnicos involucrados en la realización. La televisión comercial es un negocio, pero si queremos tener una industria televisiva de exportación, mal hacemos en matar cualquier intento que se haga para desarrollarla.