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Mientras estamos entretenidos con el ingreso al penal de Susana Villarán y sus secuaces, hemos perdido de vista la reconformación de la Mesa Directiva del Congreso de la República, que se dará el próximo julio en medio de una guerra sin cuartel por el poder. Un hecho que marcará la agenda nacional si es que Fuerza Popular retoma su espacio perdido en el último año.

En una entrevista que concede Rosa Bartra a El Comercio, la congresista por La Libertad afirma que no será candidata para dirigir el Legislativo. Tampoco da luces de quiénes participarán en su partido y si será Keiko Fujimori quien decida otra vez. La lideresa de Fuerza Popular designó a Daniel Salaverry y este marcó distancia para no terminar chamuscado como Luis Galarreta y Luz Salgado.

Será fundamental saber quiénes se postulan y con qué grupo formarán su alianza. Aunque frente a las cámaras el aprismo se ha excluido de hacer equipo, en el papel continúan siendo uno solo. Por ello, se da por descontada su participación en este bloque. La pregunta del millón es qué otra bancada se animará a ser furgón de cola.

Luis Iberico, quien ya tiene las credenciales de parlamentario por APP en reemplazo del condenado y prófugo Edwin “Gasolinazo” Donayre, dijo en RPP -antes de asumir- que le gustaría que haya un consenso multipartidario para la dirección del Congreso. Un imposible. Pero no descartó que su agrupación, liderada por César Acuña, vuelva a apoyar al fujimorismo.

Algunos legisladores, como el extoledista y exppkausa Juan Sheput, parecen empecinarse por rascar la olla y anotarse en la Mesa Directiva. Si con el oficialismo no logró ningún ministerio, al menos en el Congreso podría obtener una posición más expectante. Esa parece ser la idea. Asimismo, Víctor Andrés Belaunde, de Acción Popular, va midiendo su aceptación donde caiga.

También estaría la apuesta de Daniel Salaverry de intentar un periodo más para su consolidación política y lograr un rédito que lo catapulte ante la opinión pública como un opositor del fujimorismo. Aunque no cuenta con bancada, tiene una misión difícil de cumplir, salvo algún acuerdo con los disidentes “naranjas” y otros grupos menores.

Si el fujimorismo logra recuperar la Mesa Directiva -que es lo más probable-, podríamos hablar de un nuevo choque de poderes con el presidente Martín Vizcarra. Y este último, si no mueve sus fichas -si las tiene- en el Parlamento, podría ser carne de cañón, sobre todo si su popularidad sigue en picada.