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Toda la atención que había generado la llegada al poder del izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en los primeros días de diciembre se acabó de un momento a otro con la tragedia de Puebla en Navidad. La estrepitosa caída del helicóptero en el que viajaba la pareja más poderosa del estado de Puebla -uno de los más importantes de México-, la gobernadora Martha Érika Alonso y su esposo, el senador y exgobernador Rafael Moreno Valle (miembros del Partido Acción Nacional, PAN), le produjo la muerte junto a los dos pilotos de la aeronave y el asistente del legislador azteca. Las causas del siniestro aún no se conocen, pero realmente sería mejor creer que se trata de un lamentable accidente. Lo voy a explicar. La posibilidad de que se trate de un atentado -es verdad que al cierre de esta columna nadie lo ha especulado como una posibilidad- sí podría tener consecuencias de impacto para un gobierno como el de AMLO, que recién se ha iniciado, pues el tiempo de gracia que suele atribuirse a un régimen que comienza podría acabar por la impensada prematura y dolora muerte de una de las parejas más expectantes de la clase política mexicana. Martha Érika, de 45 años, estaba comenzando su periodo como gobernadora -fue de las pocas plazas que el partido oficialista mexicano de AMLO no ganó- y el abogado Rafael Moreno, 5 años mayor que ella, tenía aires presidenciales -había cedido la promisoria candidatura de la derecha mexicana a Ricardo Anaya, que compitió en julio último con AMLO-, una cualidad que no se puede asumir como regla en todo político. México es uno de los países más violentos de América Latina y su escalada realmente no se ha detenido en los últimos años. Si se tratara de un vil y perpetrado plan para asesinarlos, lo primero que podría advertir entre los analistas, pero sobre todo entre la opinión pública mexicana como exigencia para el neófito gobierno de López Obrador, será combatir la referida violencia estructural en el país. En otras palabras, es probable que la agenda política de lo que seguirá para el gobierno de AMLO sea determinada por la insospechada desaparición de dos de sus políticos más emergentes y promisorios.