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Desde que se iniciara la campaña electoral mexicana el pasado 30 de marzo, el candidato presidencial del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), el izquierdista Manuel López Obrador (MLO), siempre ha crecido en las encuestas y se muestra imparable para conseguir una victoria el próximo domingo 1 de julio, cuando también serán elegidos senadores y diputados en todo el país. Su ventaja sobre el segundo candidato posesionado en las encuestas -Ricardo Anaya, del PAN- es de alrededor de 23 puntos, con lo cual su triunfo parece inminente. Su arrollador auge se debería al hartazgo y al desencanto de la sociedad mexicana por su clase política gravemente comprometida en escándalos de corrupción. Preocupa que esta orientación de la ciudadanía azteca pudiera repetirse en otros países de la región donde los estragos de la corrupción también ha impactado. Ya no importa a la gente si el candidato es de izquierda o de derecha, sino, en cambio, que su discurso sea frontal, directo y revolucionario en términos del pragmatismo para la cosa pública antes que la reflexión ideológica. MLO estaría enterrando al histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ha tenido un innegable protagonismo en la vida política mexicana de las últimas décadas. No obstante, durante el agonizante gobierno de Enrique Peña Nieto, México se ha convertido en uno de los mayores países de la informalidad y del desempleo, además de la violencia y la criminalidad extremis asociadas al tráfico ilícito de drogas, la extorsión y el robo. Tan solo en el 2017, se registró la impresionante cifra de 29,168 homicidios, que representa un incremento del 27% respecto del 2016; en otras palabras, México, con 127.5 millones de habitantes, está reportando cerca de 80 asesinatos al día. México ha pasado por una revolución (1910) que la determinó en el siglo XX con enormes aspiraciones nacionales; sin embargo, en esta etapa de su historia reciente, más bien se muestra pesimista y desganada. No cabe duda de que MLO -quien ya ha sido candidato en tres ocasiones anteriores- ha encontrado, en la coyuntura político-social, el plato servido para ungirse ganador.