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Esta semana se cumplen 40 días desde que la apacible Mollendo, capital de la provincia de Islay, en Arequipa, perdió ese encanto tan especial que ofrece en el invierno, donde descansar era una recompensa, tan igual cuando se agita de enero a marzo al convertirse en el principal polo de atracción del sur del Perú, como del vecino país de Bolivia, para acoger a miles de veraneantes en sus hermosas playas.

Mollendo perdió todo ese encanto al encontrarse hoy sitiada por manifestantes opuestos al proyecto Tía María, y que en los siguientes días amenazan con radicalizarse al mantenerse posiciones extremistas por parte de personas que pretenden instaurar el vandalismo impune, donde negocios y propiedades privadas sufren el acecho de violentistas.

El haber pedido al subprefecto de la provincia apoyo para que la Policía imponga orden en la ciudad ha llevado a que el alcalde de Islay-Mollendo, Edgar Rivera, sea considerado como traidor por estos protestantes, que imponen sus propias reglas, donde aquel que se muestra opuesto a sus medidas es objeto de chantaje y amedrentamiento, tal como ocurre en los últimos días.

La situación en Mollendo es delicada y el gobierno de Martín Vizcarra mantiene esa pasividad ante los ataques que promueven vándalos en busca del caos.

Ante tales hechos, es valiente la posición de un grupo de pobladores de Mollendo que en los últimos días salen en vigilia durante 4 horas a la plaza y piden ser escuchados para que cesen estos ataques promovidos por estos radicales, que los agreden impunemente.

¿Hará algo el Gobierno para detener el caos que se apodera de la provincia y región Arequipa?