Es de esperarse que si tal como se ve venir, en los próximos días el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) proclama como presidente electo a Pedro Castillo, este actúe con la seriedad y solvencia de estadista que exige el cargo, y se dirija a los peruanos para trazar la ruta de lo que sería su gobierno, pues hasta el momento ni siquiera sus más entusiastas votantes y defensores saben qué esperar a partir del 28 de julio en caso tome el mando un personaje que postuló bajo las banderas del marxismo leninismo.

Lo que sucederá con el país es un enigma. El sábado el profesor Castillo pareció moderarse, pero ayer el radical congresista electo Guillermo Bermejo, ha salido a decir que se aplicará el ideario de Perú Libre y Vladimir Cerrón, que en la práctica es llevar al país en la ruta de Corea del Norte y Cuba, sin libertades y con un gobierno comunista perpetuándose en el poder a través de eternas reelecciones todas ellas, obviamente, amañadas. ¿En qué quedamos?

Esta segunda vuelta ha tenido una característica que no recuerdo haber visto antes en el país: que uno de los candidatos haga campaña amparado en el silencio y el misterio. Normalmente los postulantes a un cargo público buscan aparecer en los medios para difundir sus propuestas. Sin embargo, las limitaciones propias de Castillo y sus indefiniciones lo llevaron a permanecer mudo, salvo en el “debate” de Chota y en la exposición organizada por el JNE una semana antes de los comicios.

Lo peligroso a estas alturas no solo es que los ciudadanos desconocen qué va a pasar con el Perú si cae en manos de Castillo, sino que es muy probable que en este momento ni el propio profesor lo sepa. Esto se desprende de ver cómo el entorno que lo rodea habla en distintos sentidos y nadie se pone de acuerdo. Por un lado están los “moderados” con Pedro Francke a la cabeza; y por el otro vemos al ala radical, de donde se despuntan “incendiarios” de gran calado como Cerrón y el propio Bermejo.

Es por esto que hace falta que, en caso de ser proclamado, el propio Castillo deje su silencio de campaña, se ponga de una vez los pantalones que le harán falta para gobernar y diga cómo serán las cosas. No puede seguir teniendo al Perú de acá para allá y en medio de indefiniciones y de la improvisación propia de alguien que ni sabe cómo ha llegado a donde está. Si el profesor gana la elección, tendrá que portarse a la altura del gran reto que implica gobernar un país en medio de una descomunal crisis.