Según datos de Naciones Unidas, en el mundo hay actualmente más de 8 mil millones de habitantes, de los cuales el 49,7% somos mujeres. Según el último informe sobre el “Índice de Normas sociales de género” del PNUD, la mitad de la población mundial sigue creyendo que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres y más del 40% cree también, que los hombres son mejores ejecutivos que nosotras.
En el Perú, de acuerdo a SERVIR (Autoridad Nacional del Servicio Civil), 5 de cada 10 servidores públicos en promedio, son mujeres. Asimismo, en los cargos de dirección de la administración pública, a nivel del gobierno central, encontramos 41% de mujeres. Diversos estudios internacionales (BID, OIT, Gran Thornton y otros) señalan que contar con mujeres en los órganos de alta dirección, estimula el crecimiento de la rentabilidad y aumentan los márgenes de beneficio de las inversiones, además de generar mayor riqueza de discusión y búsqueda de consensos sobre diversos temas corporativos. En general, las mujeres tendemos a ser más cautas en nuestras decisiones y las fundamentamos en la evidencia e información objetiva; tenemos mayor capacidad de escucha y solemos ser más claras y directas cuando emitimos opinión. El Instituto de Liderazgo del prestigioso London Business School publicó en el año 2021 una investigación que dio cuenta que el 50% de las empresas top evaluadas en Londres y que tenían al menos una mujer en el directorio, experimentaron altos niveles de rentabilidad
En los últimos años, en el Perú, hemos tenido un incremento de mujeres ocupando posiciones en directorios, pasando de 7,42% en el 2012 a 12,43% en el 2022, pero la cifra es aún insignificante la verdad. Se necesita lograr que se difundan y evidencien los grandes beneficios que generan la presencia de hombres y mujeres en los mas altos espacios de decisión, en base a data objetiva y certera, para que mayor número de mujeres podamos ampliar nuestras oportunidades a este nivel.
En lo personal, soy una convencida de que debe primar no la igualdad de “genero”, sino la igualdad de oportunidades y derechos para hombres y mujeres sin distinción, finalmente las mujeres podemos llegar a “ser” y a “hacer” todo aquello que deseemos y en lo que pongamos nuestro empeño y voluntad. Como dijo Ayn Rand varios años atrás, la pregunta correcta no es “¿Quién me va a dejar?”, sino “¿Quién me va a detener?”