Para las izquierdas peruanas, “Lava Jato” demostraría que es el modelo económico el responsable de la gran corrupción. Estas, expertas en la posverdad han decidido crear una verdad alternativa y restarle importancia al rol que ellas y sus pares latinoamericanas tuvieron. Pero todo haría indicar, que quien menos esperan piensa atrasarlas y hacerse del liderazgo contra la corrupción. Verónika Mendoza y Marisa Glave, lideresas visibles de la izquierda, quieren que olvidemos su vinculación a políticos investigados por su cercanía con las empresas brasileñas. La primera, como asistente de Heredia, y la segunda por regidora estrella de la alcaldesa Villarán. ¿Se puede confiar en quienes han estado envueltos en manejos irregulares de contratos y dineros públicos para liderar la lucha contra la corrupción? Si antes de “Lava Jato”, los peruanos estaban desvinculados de la política y de la cosa pública y tenían muy poca confianza en los líderes políticos, hoy debemos haber tocado fondo.Y en este contexto surge Antauro Humala y sus huestes etnocaceristas. Disciplinados, organizados y con años de trabajo en campo, silencioso, disruptivo. Mientras Lima todavía andaba mirándose el ombligo disfrutando de la ola de crecimiento económico y la comida peruana, los etnocaceristas recorrían el Perú, encendiendo conflictos sociales y buscando agudizar las contradicciones entre Lima y el resto del país. Antauro lleva años preparándose para liderar a quienes fueron traicionados por su hermano presidente. Para muestra, los volantes con una foto del Antauro militar con ropa de campaña liderando a un grupo de soldados en un pueblo de la sierra. Decidido, seguro de sí mismo: “Contra la corrupción, Antauro es la solución”. Y habrá quienes crean que probablemente contra la inseguridad también. Antauro saldrá de prisión el 2018. Tiempo perfecto para la campaña 2021. Si la élite empresarial y los partidos que creen en el modelo económico y el Estado de Derecho tienen la visión suficiente, deberían darse cuenta que este es el momento de jugársela por el país. Es necesario reactivar la economía, porque nada atenta más contra la estabilidad política y el modelo que una mala situación económica. Para ello necesitamos inversión. Necesitamos líderes que no estén manchados por su cercanía a Odebrecht y sus amigas. Necesitamos del Poder Judicial y el Ministerio Público un trabajo ejemplar en perseguir y sancionar la corrupción y que el Ejecutivo recupere la confianza y resuelva los problemas de seguridad ciudadana. De lo contrario, el 2021 Lima volverá a asustarse. Y Antauro no es Ollanta.