La primera dama Nadine Heredia Alarcón no quería que tergiversen ni filtren sus declaraciones ante la comisión del Congreso que investiga a su amigo Martín Belaunde, por lo que pidió ayer por la tarde que la sesión sea pública. Quiso evitar el show, pero comenzó a protagonizarlo desviando la atención de su asistencia gracias a los congresistas. ¿Estos interrogatorios deben ser reservados o con audiencia abierta?

Es claro que hay diversos discursos de nuestros políticos con respecto a este tipo de cuestionarios que se convierten en una trituradora pública y carnesita para los periodistas. Recuerdo que Alan García, cuando acudió al Parlamento declarar por “petroaudios” o “narcoindultos”, exigía la debida sesión reservada, solo frente a los congresistas que lo interrogaban. En aquella oportunidad, la prensa y sus detractores pedían que sea abierta para el público en general.

Yo considero que las sesiones del Congreso deben ser tan públicas como los interrogatorios del Poder Judicial. Es lo más sano para la política. Lo contrario solo da pie a que se tejan conjeturas y leyendas sobre conspiraciones para el rival de turno. ¿Qué puede perturbar a los congresistas de la comisión Martín Belaunde para que decidan reservar sus preguntas?, ¿qué tanta alharaca hacen los parlamentarios si todo se filtra a la prensa?

Lo único que han generado los congresistas de la comisión investigadora, es que Nadine Heredia se convierta en la víctima de unos supuestos inquisidores que quieren verla embarrada junto a su amigo preso. Una torpeza política es lo que han hecho ayer los legisladores queriendo evitar este triste espectáculo, concediéndole a la esposa del Presidente Ollanta Humala que tenga derecho a reclamar equidad en el trato.

La verdad es que esta facción de la oposición parlamentaria, si es que llega a la mesa directiva, augura un negro panorama político para los próximos meses.