La verdad,sí, la verdad, pero con amor. Eso le dice un papa al otro. La verdad es lo sustantivo, el amor lo adjetivo, en este caso. La intencionalidad tiene su importancia, la forma de hacerlo también pero lo importante es que la verdad se imponga. Sería mejor que no sea producto de odios y revanchas, que la intencionalidad sea hacer el bien, impedir que unos sigan haciendo el mal es una manera. En la visión cristiana del mundo, el Señor está preocupado por el mal entre los hombres, sus criaturas. Es por eso que decide intervenir en un momento histórico para enviar a su hijo encargándole un papel redentor. Ese momento que rememoramos mañana 25 de diciembre es Navidad -el nacimiento- el Hijo de Dios comienza su tarea. No viene vivir entre los ricos y famosos, entre lujos y tafetanes. Viene a mezclarse con los pecadores, con los leprosos y prostitutas, ladrones y asesinos, con los corrompidos por el dinero y las mayores degradaciones humanas. No sea crea que el Señor y su hijo iniciaron este calvario por los santitos y viejitos rezadores que viven en las parroquias. Ni siquiera por esas buenas personas que aun no siendo creyentes no le hacen daño a nadie. Es fácil amar a los buenos, mucho mas meritorio es amar a los que te hacen daño. En el mundo, en el país y en la región este año del 2019 ha dejado importantes huellas de mejoras en ese sentido. El papa Francisco en sus decisiones sobre la conducta de sus pastores, el Perú y Piura en todas aquellas iniciativas que combaten la corrupción, presentan el augurio de mejores tiempos. Hay que comprometerse, hay que involucrarse, hay que perderle el miedo al malo, al tramposo, al injusto, al violento. El cristiano temeroso es un cristiano incompleto, le falta el valor y el coraje.

TAGS RELACIONADOS