Seguramente todos nos hemos propuesto más de una vez no volver a cometer ciertos actos que sabemos que no son buenos y, por más esfuerzos que hemos hecho, nos hemos encontrado con que volvemos a cometerlos, como esclavos que no pueden hacer lo que desean sino lo que otro, su amo, les manda hacer. Esta es la realidad del hombre; aunque no nos guste y prefiramos no hablar de eso, la realidad es que todos los seres humanos nacemos esclavos a causa del pecado original cometido por nuestros primeros padres y que nos es transmitido por herencia en el mismo momento en que somos concebidos. La Navidad es la respuesta de Dios a esa situación de esclavitud que marca lo profundo del ser y quehacer del hombre en su estado de naturaleza caída.El nombre Jesús significa “Dios salva” y lo que celebramos en la Navidad es justamente que Jesús viene a salvarnos del pecado que nos impide ser felices. El Niño de Belén es Dios que viene a cargar con nuestros pecados y a darnos a cambio su Espíritu Santo que es el único capaz de transformarnos y hacernos capaces de realizar ese bien que todos queremos: amar de verdad, gratuitamente y sin condiciones. En Navidad, Jesús viene a nosotros para que nosotros podamos ir a Él. Asume nuestra naturaleza humana para que nosotros podamos participar de su vida divina. La Navidad es ocasión propicia para abrir la puerta de nuestro corazón.