El presidente Pedro Castillo, la bancada de Perú Libre y Vladimir Cerrón de Perú Libre, entre otros, en los cien primeros días de Gobierno, han cometido varios errores políticos, empezando por no haber logrado ser parte de la mesa directiva del Congreso, no haber logrado la presidencia de algunas de las principales comisiones del Legislativo y, lo último, la pretensión de influir en el ascenso de oficiales de las Fuerzas Armadas.
Actualmente, la absoluta mayoría de partidos y organizaciones políticas del espectro político, derecha, izquierda y centro son débiles, como resultado de una demolición de lo colectivo que se implementa en el país a partir de la Constitución de 1993 y la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Destruyeron gremios, sindicatos, colegios profesionales y partidos políticos, entre otros.
En ausencia de organizaciones políticas fuertes, hay que desarrollar el diálogo y el accionar colectivo en los partidos empezando por el partido de gobierno, si es que queremos construir democracia fuerte, incorporando las demandas de los sectores menos favorecidos postergados por años. El objetivo final es realizar los cambios necesarios e impostergables en la conducción económica, social y política del país.
Se requiere de diálogo político. Sí, y para ello las partes involucradas, y los distintos partidos políticos y tendencias ideológicas, deben estar dispuestos a escuchar y transar. No es posible mantener el “diálogo de sordos” actual. Este nos lleva al conflicto y la colisión de intereses.
La práctica democrática que expresa el diálogo, necesita ser construida en las organizaciones políticas y partidos. La comunicación, respeto a las bases nacionales y el debate, generan confianza y espíritu unitario de acción. En ellas radica la fuerza de cada organización.