Habría que ser muy “inocente” como para creer que con el envío al archivo del proyecto de ley del Poder Ejecutivo que buscaba modificar la Carta Magna para la formación de una asamblea constituyente de dudosa conformación, el gobierno de Pedro Castillo, Vladimir Cerrón, Aníbal Torres y Guillermo Bermejo se va a quedar de brazos cruzados y sin mover otras fichas con el propósito final de lograr una Constitución a su medida, para desgracia del Perú.

Por lo pronto, no olvidemos que el camarada Cerrón ya nos ha hablado de su “Plan B”, el cual ya estaría en curso de ser aplicado tras el rechazo del Congreso. ¿En qué consiste esto? Aún no lo sabemos, pero viniendo de esta gente, nada bueno puede significar. Cruzarse de brazos y cantar victoria sería un gran error de quienes defienden la democracia al estar convencidos de que no podemos convertirnos en la nueva Venezuela o Cuba.

Como parte de ese “Plan B”, la estrategia del gobierno del lápiz parece decirnos que no son ellos los que quieren una nueva Constitución, sino que es “el pueblo” el que la exige y que Castillo y compañía lo único que hacen es acoger ese “reclamo ciudadano”. Por eso, lo señalado en Nazca por el premier, en el sentido de que tras el archivamiento todo “termina allí”, suena a una gran mentira que solo se la podrían creer los “inocentes”, esos que siguen pensando que el profesor es una mansa paloma.

Ellos no van a dejar lado su apuesta por una constituyente. Ya sabían que no tenían los votos ni en la comisión respectiva, pero insistieron en mandar su proyecto. Fueron al choque. Son conscientes que el descrédito de este gobierno ineficiente y corrupto será mayor si es que no se llenan la boca diciendo que no puede hacer más porque la actual Carta Magna no se los permite. Incluso Torres ha dicho que la inseguridad en las calles se combatirá mejor con una nueva Constitución. ¿Se puede ser más demagogo?

Queda estar muy atentos ante cualquier zarpazo que se pueda venir desde el oficialismo. Es gente peligrosa y sin escrúpulos. Recordemos las célebres “pelotudeces democráticas” de Bermejo. Mucho ojo en el Congreso, que hacia allá podrían ir el “Plan B”, pues una alternativa sería buscar su cierre al estilo Martín Vizcarra, para luego tener uno a su medida. Con el archivamiento de la semana pasada se ha ganado apenas una batalla.