GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Esta semana hemos invertido buena parte de nuestro tiempo en discutir las bondades y perjuicios del uso de un mandil rosado sobre el uniforme de reglamento de oficiales del Ejército. La ministra de la Mujer ha defendido la importancia de señalar con gestos como este que nuestros roles en la sociedad no deben estar sustentados en estereotipos, ni en colores ni en tipos de prendas. Y es verdad que uno no es ni debe ser el color que se pone.

Por su parte, el comando del Ejército y el ministro de Defensa fueron criticados por permitir que se incumpla el reglamento del uniforme, que prohíbe “usar prendas, accesorios, distintivos, insignias, emblemas… que no están prescritos en este reglamento”. Ambos han defendido su posición, en parte por convicción, en parte porque las órdenes se acatan sin dudas ni murmuraciones, y ellos también forman parte de una línea de mando. Otros institutos armados no fueron parte.

Al margen de esa discusión no tan irrelevante, la realidad es que los casos de violencia dentro de los institutos armados no son infrecuentes. Encuestas anónimas hechas por la Defensoría del Pueblo en escuelas de formación de las FF.AA. y la PNP arrojan datos preocupantes. Solo en la Escuela Militar de Chorrillos (EP), un 29% de las alumnas encuestadas señala haber sido víctima de agresiones y un 38% dice haber sido testigo de una. El 17% se dice discriminada solo por ser mujer. Una de ellas lo grafica así: “El curso militar de comandos debe ser para hombres y mujeres, como en otros países… Nosotras como mujeres lo anhelamos. Yo ingresé al Ejército con la finalidad de ser oficial de armas y poder comandar tropas, ser tratada con la misma autoridad que los hombres”.

Hace bien el ministro de Defensa en decir que le gusta planchar, como muchos hombres, pero la verdad es que eso no basta, porque son muchos los hombres que sabemos cocinar, coser, planchar (esto último se lo agradezco a mi padre). Lo que parece más importante es pasar del discurso a los hechos tomando nota, por ejemplo, de lo que pasa en las escuelas donde se forman hombres y mujeres que esperamos pronto dirijan esas instituciones.

El riesgo de campañas basadas solo en la polarización es que no lleguen más allá de hablarle solo a los convencidos cuando lo deseable es convencer a otros, movilizar, que se entienda el propósito y se ataque el problema con medidas concretas.