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Seamos claros: Martín Vizcarra, el primer vicepresidente de la República, no ha sido categórico o algo que se le parezca -es más, casi no ha dicho nada- frente al segundo intento de vacancia del mandatario Pedro Pablo Kuczynski, que auspician Fuerza Popular y demás grupos políticos.

“Hablé con Vizcarra y le dije: ‘Oye, tú tienes que apoyar, ¿no?’”, contó PPK que le espetó a quien debería ser su brazo derecho. Lo que no sabemos es qué respondió el también embajador del Perú en Canadá. Por lo demás, la sola pregunta denota que hay duda, desconfianza y descontento en el jefe de Estado.

“Cuando el Perú se pone metas y objetivos, todos nos unimos y los problemas políticos tendrán que ser resueltos”, dijo Vizcarra al ser entrevistado en una convención minera en Canadá. ¿Cómo serán resueltos esos problemas políticos? ¿Con él sentado en Palacio de Gobierno? Y si de objetivos se trata, el primero tendría que ser mantener de pie a quien lo llevó en su plancha. ¿O no?

Este silencio, que dista mucho de la tenaz defensa que ofrece la segunda vicepresidenta y premier Mercedes Aráoz, pone a Martín Vizcarra bajo sospecha, y no faltan quienes lo ven en calistenia con el fin de ponerse la banda presidencial, para beneplácito del fujimorismo keikista, que ya lo declaró su candidato.

Lo que más necesita Kuczynski en este momento de letanía política es apoyo, la mano amiga, la frase que lo ayude a ser didáctico en su exposición ante el Congreso, el argumento que le permita sumar adherencias. Y alguna de estas alternativas debió estar a cargo de Vizcarra. El propio Kenji es más ppkausa que varios oficialistas. Tampoco, tampoco.