GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

A pocos días de celebrar el Día de la Canción Criolla, no es raro empezar a escuchar a los agoreros salir sueltos de huesos a reafirmar eso de que “la música criolla está muriendo”. Una cantaleta que prolonga una supuesta agonía desde hace algunos años sin que el muerto expire. A Dios gracias. También se aviva la polémica de si Halloween debe desterrarse en pro de nuestros valses y música afroperuana, so pena de ser considerado traidor a nuestros ritmos y nacionalidad si es que se promueve lo contrario. La controversia que se genera cada vez que llega el 31 de octubre nos recibe cada año con los defensores de un bando con el estandarte de la peruanidad en alto y el otro que ni debate quiere, ese conflicto no le interesa. “¿Por qué tendría que hacerme hígado?”, dicen quienes se divierten una vez al año entre confites, antifaces y esta vez seguramente lo harán bailando al ritmo de la música urbana. No hay motivo de confrontación para ellos, porque cada 365 días y por estas fechas se dan cuenta de que lo suyo crece, se hace más grande, se ha convertido en tendencia nacional entre los jóvenes, mientras que lo criollo se ha relegado para los veteranos y para pocos muchachos que batallan desde su trinchera en una suerte de guerra contra la indiferencia. El 2018 nos encuentra nuevamente con el Día de la Canción Criolla poniendo sobre el tapete una realidad que no avizora cambio. En las radios, y en los pocos programas que difunden nuestra música, se emiten los mismos temas, esos que se hicieron éxitos en los años 50, a pesar de las nuevas voces, compositores con propuestas frescas y los consagrados que también entregan discos con un repertorio renovado. No quieren arriesgar, hay que seguir con lo mismo. La televisión de señal abierta solo tiene un programa para el género criollo, que hace lo que puede presentando a nivel nacional un desfile de estrellas y nuevos valores. Por estos días se estrenó el documental Herencia, con la visión de una joven como Nicole Pillman sobre nuestras tradiciones musicales, consultando con los maestros sobre nuestras raíces. ¿El resultado? Es probable que la cinta no pase de una semana. Lamentable. Los centros musicales en los que se puede escuchar a criollos de todas las edades se cuentan con los dedos de una mano, y quienes quieren grabar sus discos -como los de otros géneros musicales- deben meter la mano a sus bolsillos, pues de lo contrario se quedan solamente en sueños y ganas. ¿Hay motivo para la jarana?