Uno. El antifujimorismo es la expresión del odio en el Perú. El odio político se concentra en el antifujimorismo y los antifujimoristas son liberales de bragueta o caviares exaliados del humalismo. Aunque intenten presentarse como una novedad para el elector, no son más que los mismos profetas del odio que intentan desde hace años dividir al Perú en dos mitades irreconciliables. El odio político fue el instrumento para el triunfo de los Humala y ya sabemos las consecuencias: el cáncer institucional, el SIDA democrático y cinco años de incapacidad con sabor a Godiva. El que odia, divide y de la división política emerge la anarquía que solo tiene un destino: el subdesarrollo. Si apuestas por el odio, prepárate para la incapacidad.

Dos. El odio anticatólico alcanza ribetes cómicos cuando personajes como Alvarez Rodrich, un Rastignac mediocre y torticero que se atreve a llamar a un arzobispo de la Iglesia Católica “traficante de la fe”. Aquí los verdaderos traficantes de principios son los que se presentan ante el público como doncellas inmaculadas cuando no son sino putas tristes del humalismo que intentan hacernos olvidar su pasado. El que mejor ha descrito la historia de este Rastignac torticero ha sido el gran Pepe Barba (el nuevo Leviatán de Twitter) cuando escribió que en 1993, en plena consolidación de la dictadura fujimorista, el señor Álvarez Rodrich, hoy rabioso demócrata y paladín de la transparencia, le dio un puntapié a sus convicciones libertarias y, con resolución suprema firmada por Fujimori, se sentó orondo y con la billetera llena como miembro del Consejo Directivo de Osiptel. En 1998, en pleno apogeo de la corrupción montesinista y ya puesta en marcha la ilegal re-reelección, ejerció a sus anchas la presidencia de Osiptel. Por esos días, no posaba como ahora con los brazos cruzados y la frente en alto; solo era un burócrata servil y oscuro que caminaba cabizbajo detrás de los líderes fujimoristas que, con un chasquido de sus dedos, le indicaban cuándo acercarse”.

Tres. El que acoge a terroristas, muere con los terroristas.