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“Sí, sí, sí, no”. Estas han sido las recomendaciones del presidente Vizcarra sobre cómo deberíamos, según su opinión, votar en el referéndum.

Creo, sin embargo, que tenemos que tener especial cuidado con el tercer “sí”, que responde a la pregunta “¿Aprueba la reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República?”.

Esta reforma cobra sentido en nuestra cabeza si es que nos imaginamos repitiendo el plato del Congreso actual, que tiene 77% de desaprobación, según Ipsos. La sensación general de hartazgo es innegable, y el 62% de la población cree que debe prohibirse la reelección de congresistas.

Sin embargo, como suele ocurrir en política, no todo lo popular es necesariamente bueno, y no está de más tener presentes los argumentos que cuestionan la prohibición de la reelección congresal.

De hecho, existe cierto consenso en las ciencias políticas en que la reelección de congresistas es positiva para el fortalecimiento de la institucionalidad. La labor legislativa no es sencilla y requiere que quienes la practican se profesionalicen con los años, en aras de lograr una mayor eficiencia y calidad.

Para aterrizar la teoría a la práctica, podemos observar este mismo Congreso. Según un estudio del Observatorio para la Gobernabilidad del JNE, de los 130 parlamentarios elegidos para este periodo, solamente 35 han sido congresistas antes. Volviendo a las cifras de desaprobación del Congreso, podemos afirmar con seguridad que la novedad no nos garantizó calidad, y no existen motivos para pensar que sí lo hará en un futuro. De hecho, lo que sí generará la prohibición de la reelección es la llegada al poder casi exclusiva de outsiders, aventureros e improvisados.