A exactamente dos meses del inicio del gobierno de Pedro Castillo, el Perú se encuentra, políticamente, en total y absoluto caos.
Por un lado, tenemos a Pedro Francke, ministro de Economía, esforzándose desde la campaña en hacernos saber que no habrá nacionalizaciones. Por el otro, está el premier Guido Bellido anunciando –vía Twitter, nada menos– que, si Pluspetrol, empresa explotadora y comercializadora del gas de Camisea, no renegocia el reparto de utilidades a favor del Estado, se nacionalizará el yacimiento.
Como si fuera poco, nosotros los mortales tenemos que descifrar quién está a favor o en contra de lo anunciado (o mejor dicho, lo amenazado) por el premier, a partir de los ‘me gusta’ que obtienen sus publicaciones en redes sociales. Esto es una flagrante falta de respeto hacia los ciudadanos que estos señores gobiernan, y demuestra una bajeza en las formas de hacer política sin precedente.
Pero no solo hablamos de la deplorable conducta del premier a la hora de iniciar una negociación o sentar una posición, sino del verdadero poder que sus palabras tienen para ahuyentar la inversión privada.
Para generar riqueza se necesita inversión, y para la inversión se necesita confianza. Con pataletas como la mencionada, este gobierno erosiona día a día la confianza que tomó décadas construir en este país.
La gran estafa de este gobierno fue decir que trabajaría por el bien común. ¿Y saben algo? Si al presidente Castillo le importara en absoluto el ‘bienestar general’, no vacilaría en remover a Bellido del cargo. Acá no estamos hablando de decirle a tu amiguito que ya no puede ser parte del equipo de básquet. Estamos hablando de asuntos de Estado. Estamos hablando del presente y futuro de cada uno de los millones de ciudadanos que habitamos este país.
Ya déjese de tonterías, presidente Castillo, y empiece a gobernar, ¡por el amor de Dios!