Uno de los sustentos de la acuicultura mundial es la anchoveta peruana, de ahí que el Peru sea reconocido como un actor importante para la seguridad alimentaria mundial.

En este contexto, existe una corriente anti-industria que sin sustento promueve que la proteína de pescado sea reemplazada por soya con el objetivo de cuidar el medio ambiente.

Al respecto, el destacado ecólogo pesquero Ray Hilborn, profesor de la Universidad de Washington, señala que – en base a evidencia científica - dejar de pescar anchoveta tendría un impacto ambiental muy grande para las zonas donde se cultiva soya, como la Amazonía brasileña, pues los compradores de ingredientes marinos se verían en la obligación de demandar el alimento producido con esta planta para reemplazar aquella que se elabora con anchoveta peruana.

Para atender esta demanda, según Hilborn, se requeriría que 60 mil kilómetros cuadrados de la selva brasileña se utilicen para el cultivo de soya que reemplazaría la harina de pescado. Pero no solo eso, el costo ambiental sería mucho mayor ya que la tierra no vuelve a ser la misma luego de su uso para la agricultura. Así, también el mundo asistiría a la pérdida de miles de millones de plantas, un millón de papagayos, 100 mil pájaros insectívoros, jaguares y miles de especies.

Como decía Jose de Saramango no todo lo que parece es y no todo lo que es parece. La ciencia ha demostrado que una pesca bien administrada, como la que se realiza en el Perú con la anchoveta, tiene un impacto ambiental global mucho menor que la agricultura. Por ello, pongamos siempre la evidencia antes de decidir qué es lo mejor para el planeta y la alimentación mundial.