La situación en el Perú es crítica. Nos damos cuenta de esto si hacemos un alto y nos ponemos a pensar por unos minutos en que desde que aparecieron en escena el profesor Pedro Castillo y el régimen de Perú Libre, los ciudadanos de este país estamos viendo como “normal” a muchas situaciones escandalosas y hasta aberrantes que en cualquier otro país, o incluso acá, pero en un momento distinto, hubieran implicado la inmediata caída de un gobierno.

Para empezar, tenemos como presidente a un personaje que hacía huelgas al lado de miembros reciclados de Sendero Luminoso, que llegó al poder con un partido encabezado por un sentenciado por corrupción como Vladimir Cerrón y que obtuvo una maestría con una tesis con más de la mitad de su contenido plagiado, y que como ha quedado demostrado hace mucho tiempo, no sabe ni dónde está parado y muestra gravísimas limitaciones como para estar al frente hasta de un municipio.

A eso se suma que ese presidente está siendo acusado, con pelos y señales, de ser el cabecilla de una mafia para entregar obras a los “amigos” y paisanos, mientras convoca a una asamblea constituyente absolutamente al margen de la ley para perpetuarse en el poder y cambiar al régimen económico. Nos quieren convertir en la nueva Cuba, Venezuela o Nicaragua, los parias del continente para desgracia de sus ciudadanos, pero acá todo normal nomás, no pasa nada.

Mientras tanto, vemos a un premier como Aníbal Torres –quien alaba a Adolfo Hitler y no hace más que lanzar discursos cargados de resentimiento, odio y división entre los peruanos–, a cargo de un gabinete con dos ministros acusados de plagio en sus tesis, incluyendo nada menos que al titular de Educación. Y ni qué decir del ministro sindicado por cometer dos asesinatos en Puno, del que coordinaba puestos de trabajo a pedido de “Los Niños” y de los otros que agredieron sus parejas.

El lunes último, una adherente al Movadef estuvo en la Casa de Pizarro con el profesor Castillo dándole consejos para su gobierno. Días antes también se vio por allí al congresista Guillermo Bermejo, gran promotor de la hoja de coca y asiduo visitante al VRAEM. Sin embargo, para los voceros del régimen y los ayayeros, todo está bien, no pasa nada, se trata de exageraciones de la “derecha”, de los “monopolios” y de los medios. ¿Hasta cuándo los peruanos vamos a aguantar esto?